Comentario
La conquista de México
Muchas de las características que hemos descrito para la Historia General de las Indias son compartidas por la segunda parte. El autor continúa siendo el mismo y mantiene su afán de precisión, su deseo de informar con minuciosidad de cuanto había y pasaba. Surgen de este carácter descripciones como las del rescate que Juan de Grijalva se llevó (pp. 18-20), la enumeración del quinto real enviado a España con Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo (pp. 67-68) y la descripción de la manera que los indios tenían para hacer fuego (p. 324). El mismo espíritu le lleva a detenerse en la narración de las tácticas militares indígenas y en la organización del imperio que iba a ser conquistado. No escapan a su atención los artilugios de guerra:
"Para remediar que de las casas y azoteas no recibiesen daño ni heridas, como hasta entonces, hicieron tres ingenios de madera, cuadrados, cubiertos y con sus ruedas, para llevarlos mejor. Cabía en cada uno veinte hombres con picas, escopetas y ballestas, y un tiro. Detrás de ellos habían de ir los zapadores para derrocar casas y albarradas, y para conducir y ayudar a andar el ingenio." (p. 155)
Siguen llamando la atención del autor las descripciones de los lugares y de los fenómenos que le parecían especialmente interesantes. No vacila en extenderse cuando algo llama su atención:
"... estando junto a Campeche surtos los navíos en la playa, esperando a los bergantines y barcos que andaban entre algunas caletas a descubrir el que faltaba, pronto se quedaron en seco, aunque estaban casi una legua dentro del mar: tanto es el menguante y creciente que hace allí. El mar no crece más que allí, del Labrador a Paria; nadie sabe la causa de ello, aunque dan muchas, pero ninguna satisface..." (p. 34)
Al mismo interés explicativo obedecen las continuas comparaciones, en las que abundan las referencias a cosas de las Antillas:
"A este baile lo llaman los españoles areito, que es vocablo de las islas de Cuba y Santo Domingo." (p. 152)
Antes de considerar las fuentes de Gómara, muy relacionadas con la intencionalidad del libro, debemos destacar aspectos que, por lo infrecuente, nos han llamado mucho la atención en la lectura. El primero aparece en la descripción del calendario y ha sido objeto de una nota. La fuente de Gómara en este aspecto es excelente y, por la parte en la que está situada la descripción, debe ser Motolinía, que señala que el día postrero del mes era muy solemne entre ellos28. Lo cierto es que la mayoría de los cronistas equivocaron la situación de las fiestas en el calendario indígena, mientras que nuestro clérigo acierta. Sahagún, a lo largo de todo el libro II, coloca las celebraciones el día primero del mes, mientras Gómara dice:
"De veinte en veinte días es fiesta festival y de guardar, que llaman tonalli, y siempre cae el último de cada mes" (p. 319)
Este matiz es de vital importancia para el conocimiento y manejo del calendario. En 1967, Alfonso Caso demostró cómo el único sistema viable para el funcionamiento de tan complejo modo de registrar el tiempo era considerar que el último día era el de la fiesta29. Esto implica que el día que daba nombre al año era también el último.
Desde el punto de vista lingüístico, Gómara es la mejor fuente. Su manera de escribir las palabras indígenas es la más correcta de todas. Claro que cuando Cortés escribió sus Cartas de Relación estaba todavía influido por el nahuatl de Marina (ver nota 25 del texto), mientras que cuando relató los hechos a Gómara ya tenía amplia experiencia de la tierra y de la lengua. De todos modos, el autor no termina de estar satisfecho con su labor:
"... y aunque he procurado mucho informarme muy bien de los propios vocablos y nombres de los lugares que nuestro ejército pasó en este viaje de las Higüeras, no estoy satisfecho del todo." (p. 254)
Esta preocupación aparece también en la nota a los traductores, situada al principio de la Historia General de las Indias30:
"Y que no quiten ni añadan, ni muden letra a los nombres propios de indios, ni a los sobrenombres de españoles, si quieren hacer oficio de fieles traductores; que de otra forma es certísimo que se corromperían los apellidos de los linajes"
La proscripción de la obra de Gómara dejó el campo libre a otros autores de peor ortografía, con lo que se han extendido las malas lecturas. Pero no todo se debe a errores de los escritores. Los editores tienen también que ver, y una mala lectura de la palabra Tenuxtitlan en las Cartas de Cortés dio Temixtitán, que ha sido un vocablo de éxito.
Gómara comprendió mucho mejor que otros el sistema de "esclavos" existente en México. Llama malli al cautivo de guerra destinado al sacrificio, sin mezclarlos para nada con los tlacohtin, trabajadores a los que los españoles asimilaron a los esclavos (p. 212). Esta asociación se ha repetido continuamente en obras modernas sobre la esclavitud prehispánica. Si otro hubiera sido el destino de la obra de Gómara, se podrían haber evitado errores de este tipo, pues deja bien claro que:
"Los cautivos de guerra no servían de esclavos, sino de sacrificados, y no hacían más que comer para ser comidos." (p. 313)
Hemos comentado ya como Gómara, cada vez que puede, aprovecha para dar opiniones sobre las cosas. Algunas veces esas opiniones son ataques, más o menos velados, colocados con cierta sorna, como en este ejemplo, tomado de la salida de Tenochtitlan en la Noche Triste:
"De los nuestros tanto más morían cuanto más cargados iban de ropa, oro y joyas pues no se salvaron más que los que menos oro llevaban y los que fueron delante o sin miedo; de manera que los mató el oro, y murieron ricos" (p. 162)
Es continua la alusión a la "ropa", junto al oro y otros presentes. Gómara no comprendió el alcance de esta asociación y se limita a constatar el hecho. Aún así, es el único que refiere cómo cuando los españoles tomaban el oro tras conquistar Tenochtitlan, los indios recogían las mantas (p. 211). En el México prehispánico y en buena parte del siglo XVI novohispano, las mantas fueron una moneda de gran valor. Parece como si los indios hubieran dado el oro a los españoles porque era lo que ellos ansiaban, y al mismo tiempo, "algo de valor", por si acaso.
Comentarios del tipo del de la cita anterior debieron proporcionar a Gómara muchas enemistades, quizá más que su buen trato a Cortés. Cuando la Corona se veía implicada tampoco se mordía la lengua, y eso, como ya dijimos, pudo ser una de las razones principales para su prohibición. Los comentarios del tipo del que sigue debieron caer como una losa en palacio:
"Hay en este reino [Michoacán] muchas minas de plata y oro bajo, y en el año 1525 se descubrió en él la más rica mina de plata que se había visto en la Nueva España; y por ser tal, la tomaron para el Rey sus oficiales, no sin agravio de quien la halló." (p. 215)
Como motivos para relegar a Gómara y no utilizarlo como fuente se ha aducido en primer lugar su profundo cortesianismo y su utilización de las informaciones. Trataremos brevemente de ambos.
Es obvio que Gómara toma a Cortés como protagonista y guión de su obra. Algunos de los motivos han ido apareciendo ya en estas páginas: admiración por el hombre y la empresa, relación personal, etc. Ahora debemos considerar que, además, Cortés fue la fuente principal para la Conquista de México. Este motivo no debe descalificar el trabajo, ni sirve aducir que con leer las cartas de Cortés basta. Gómara incorpora muchas cosas al texto, pues procuró informarse. Otra cosa es que no cite sus fuentes. No se le puede culpar por ello, pues era una costumbre generalizada en la época y no hace falta más que echar una ojeada a los clásicos del pasado americano: Mendieta, Torquemada, Cervantes de Salazar, quien empleó profusamente la obra de Gómara. El propio Bernal Díaz construye su libro a base de recuerdos personales y de la obra de Gómara, aunque fuera para rebatirla. Ramón Iglesia se ha esforzado por reivindicar la figura de nuestro autor:
"El escepticismo y el espíritu crítico, llevados a la exageración, tienen grandes fallas en el terreno de los estudios históricos. Bien está que se confronten textos y se aglutinen testimonios, pero que se llegue al extremo de rechazar un libro porque utiliza los datos de la conquista suministrados por el propio Cortés es un caso monstruoso de la deformación a que puede llevar el cientificismo histórico. "31
Continúa el mismo autor defendiendo a Gómara, quien, por otro lado, tenía perfecto derecho a escribir la biografía de su patrón:
"No se olvide que, cuando publica su libro, el conquistador había muerto ya. Muerto en desgracia. Por eso tienen más mérito su fe y su entusiasmo."32
El relato de Gómara sigue las Cartas de Relación de Cortés, con la salvedad hecha de la mejora de la ortografía nahuatl. Pudo ser que manejara una edición del libro, que recibiera la información directamente del autor, o ambas cosas. Pero como tenía madera de historiador, no se quedó ahí. En la primera edición cita él mismo entre sus fuentes a Pedro Mártir de Anglería, Gonzalo Fernández de Oviedo y "otros", además de su patrón. En un párrafo reconoce haber recibido información de Andrés de Tapia, uno de los conquistadores (p. 125), que escribió una relación de la conquista que llega hasta la lucha con Pánfilo de Narváez33. No conocemos la fecha en la que Tapia escribió, ni si Gómara leyó el relato, pero es cierto que se asemejan bastante. Para las cuestiones etnográficas, sigue a Motolinía34, lo que es señalado por Cervantes de Salazar35.
Es decir, Gómara está empleando para escribir su libro las últimas novedades en el tema, libros recién escritos y, en algunos casos, no publicados, lo que supone que gozaría de buenos contactos para conseguir copias. Se comporta como un auténtico historiador, en busca de fuentes de las que extraer datos para su propia obra. Poco pone de su cosecha, salvo el no pequeño esfuerzo de ordenar el material y escribirlo amenamente, y algunos comentarios más o menos afortunados. Hay que resaltar que Gómara no conocía América y era consciente de ello, por lo que recurría a quien podía para obtener información. Su estancia en Sevilla debió ser muy productiva en este aspecto. Además, como resalta Iglesia, eligió muy bien sus informantes:
"La Conquista de México es esencialmente un resultado de largas conversaciones con Cortés. El interlocutor no estaba mal elegido para obtenerlos datos. Y, sin embargo, son muchos los que no han perdonado a Gómara que lo hiciera así. Sería curioso saber de dónde querían que los tomara."36
La intención de Gómara era escribir sobre Hernán Cortés, y hacerlo con los datos que él mismo le suministró. Ello queda claro en varios lugares. En la dedicatoria, hecha a Martín Cortés, dice:
"Solamente digo que vuestra señoría, cuya vida y estado nuestro Señor prospere, se puede preciar tanto de los hechos de su padre como de los bienes, pues tan cristiana y honradamente los ganó." (p. 12)
La empresa es lo que le llama la atención, y su capitán es el portavoz de la hueste y el que la potencia:
"Nunca jamás capitán alguno hizo con tan pequeño ejército tales hazañas, ni alcanzó tantas victorias ni sujetó tamaño imperio."
Bernal Díaz siempre emplea la palabra México para designar a la capital azteca, y ese uso debió pesar en Gómara, haciéndole aclarar que su conquista no es el único objetivo de la redacción de su obra:
"La Conquista de México y conversión de los de la Nueva España, juntamente se puede y debe poner entre las historias del mundo, así porque fue bien hecha, como porque fue muy grande. Por ser buena, la escribo aparte de las otras, como muestra de todas." (p. 12)
En realidad, la ampliación se limita a recoger las andanzas de Cortés, principio y fin del libro:
"Tal fue, como habéis oído, Cortés, conquistador de la Nueva España, y por haber comenzado yo la Conquista de México en su nacimiento, la termino con su muerte." (p. 340)
Queda fuera de toda duda el protagonismo del capitán, al que se hace responsable de la expedición. Para Gómara esto implica que Cortés es el destinatario de las alabanzas y también de los reproches:
"Fue Cuahutimoccín hombre valiente, según de la historia se colige, y en todas sus adversidades tuvo ánimo y corazón real, tanto al principio de la guerra para la paz, cuanto en la perseverencia del cerco, y así, cuando le prendieron, como cuando le ahorcaron, y como cuando, porque hablase del tesoro de Moctezuma, le dieron tormento, el cual fue untándole muchas veces los pies con aceite y poniéndoselos luego al fuego; pero más infamia sacaron que oro, y Cortés hubiera debido guardarlo vivo como oro en paño, pues era el triunfo y gloria de sus victorias." (p. 254)
Cortés es presentado por Gómara como un hombre arrogante, muy seguro de sí mismo, capaz de ganarse a sus hombres y de hacer aliados, y de ser muy cruel cuando lo juzgaba necesario. Era piadoso, muy preocupado de atender a las cosas de religión:
"Llegó a México en el año 24 fray Martín de Valencia con doce compañeros, como vicario del Papa. Les hizo Cortés grandes regalos, servicios y acatamiento. No les hablaba una vez siquiera sino con la gorra en la mano y la rodilla en el suelo, y les besaba el hábito para dar ejemplo a los indios que se habían de volver cristianos, y porque de suyo era devoto y humilde." (p. 236)
Su arrogancia se revelaba en el trato con superiores, iguales y subordinados. Uno de los ejemplos más notorios fue la dedicatoria de la culebrina de plata que mandó a Carlos I. La copla le valió numerosos enemigos:
"Aquesta nació sin par;
o en serviros sin segundo;
Vos sin igual en el mundo." (p. 237)
Más ejemplos de este carácter de Cortés, tan de la época (recordemos tan sólo los protagonistas de Lope de Vega), se encuentran en el episodio del enfrentamiento con Narváez, que aunque quedó tuerto en la refriega, tampoco era manco:
"Cuando se vio [Narváez] delante de Cortés, dijo: "Señor Cortés, tened en mucho la ventura de tener mi persona presa." Él le respondió: "Lo menos que yo he hecho en esta tierra, es haberos prendido."" (p. 149)
El mismo episodio le sirve a Gómara para resaltar la figura de su biografiado:
"Mucha templanza tuvo aquí Cortés, pues ni aun de palabra injurió a ninguno de los presos y rendidos, ni a Narváez, que tanto mal había dicho de él, estando muchos de los suyos con gana de vengarse, y Pedro de Malvenda, criado de Diego Velázquez, que venía como mayordomo de Narváez, recogió y guardó los navíos y toda la ropa y hacienda de entrambos, sin que Cortés se lo impidiese. ¿Cuánta ventaja lleva un hombre a otro? ¿Qué hizo, dijo, pensó cada uno de estos dos capitanes? Pocas veces, o nunca por ventura, tan pocos vencieron a tantos de una misma nación, especialmente estando los muchos en lugar fuerte, descansados y bien armados." (pp. 149-150)
Queda claro en las últimas líneas que Gómara atribuía un papel decisivo a las habilidades de Cortés, y no deja lugar a poner ninguna excusa. Su objetivo al escribir es que:
"Permanezca, pues, el nombre y memoria de quien conquistó tanta tierra, convirtió tantas personas, derribó tantos dioses, impidió tanto sacrificio y comida de hombres." (p, 12)